Me cansé de esperarte
con los ojos poblados de sudor,
pasan las horas,
se molestan los minutos,
parlan los segundos
y aguijonean mis brazos.
Mi corazón se apaña,
enmudeciendo de tristeza,
y las ansias de mis dedos
van perdiendo su atonía
al no sentir tus abrazos.
Sé que ya no te importo...
Robaste la insignificancia
de mi adolescencia
y aún permanece el perfume
del áurea azul de tus sombras.
Por sólo un instante te pido:
Devórame…
o devuélveme el pedazo
de corazón que llevas
en tu pecho herido…
Te sigo esperando
y no sé hasta cuando.
El clima mira mis angustias
cual luna tras los nimbos,
y también realiza su jugada
en los espejos de puquiales.
¡Ya llegaste!…
y aún me falta
el trozo de corazón,
que me robaste.
Te sigo esperando...***
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